El peso de explicarse.
22 Jul 2025
Reflexión: El peso de explicarse
“¡Cuánto tiempo!” —me dijo la chica de la panadería— “Y con toda esa barba, te ves viejito.”
Yo, acostumbrado, le di una sonrisa. Pensé en justificarme, pero no lo hice. No es la primera persona que lo dice y, digamos, que tampoco se trata de mí, sino de lo que ella entiende que debo ser. Tomo mi café y me marcho.
En el parqueo
Me topo con un amigo de la escuela. No me reconoce. Pensé en saludarlo, pero parecía que iba rápido; su bebé lloraba bastante. Me sorprendió que tuviera una hija, para ser honesto.
La radio como espejo
Puros disparates en la radio, la misma base con distintas letras y algunos cambios de instrumentos. Me gusta poner la radio, no por falta de canciones, sino por contextualizar.
Cuando al fin encuentro algo interesante, justo llego a casa. Me quedo un rato en la entrada, con las ventanas abiertas, para ver en qué resulta. En eso llega un vecino:
—¿Qué te pasa? ¿Te hace falta dinero?
Yo, en mi mente: “Obvio 🤔.”
Él continúa:
—¿Qué te pasa que no te veo clean? Te ves acabado. Si quieres dinero, te doy.
Obviamente, si digo que sí, no me dará dinero. No se trata de mí, al final. Se trata de que él sí está “clean” de nuevo. Nada que ver conmigo, más bien con lo que ellos entienden que debo ser para encajarme en su mismo contexto.
Dejar de justificarse
Esto último es algo muy repetitivo en mi contexto social. Comentarios similares constantemente. Al principio intentaba justificarme, pero eso dejó de tener sentido cuando comprendí que ese acto es una sumisión más que una explicación.
Requiere de energía y una respuesta lógica contra un comentario fácil como los que van dirigidos a la apariencia.
No se puede vivir explicándose, más aún cuando uno sabe hacia dónde va, pues esto reduce el aura.
Explicarse a uno mismo en el mundo es entender que se debe algo.
Esto perpetúa en uno la necedad de ser aprobado en cada acto que se hace. Nos enseñan a ser así, como con la presión que se ejerce sobre quienes no quieren tener hijos… o sobre quienes no debieron tenerlos.
Expectativas y decepción
Explicarte en el mundo es esperar de los demás.
No debería ser así, pues lleva muchas veces a decepcionarse de las personas.
Pero cuando actúas de manera opuesta, no te decepcionas: aprendes.
Gratificación interna
Casi se me cae el celular de la mesa cuando vibra con un mensaje de mi hermana y otro de un amigo.
Mi hermana le daba like a un video donde aparezco tocando el piano, cosa que tenía meses practicando y esforzándome. Me quedé esperando alguna palabra de ella ante dicho logro.
Escuché las notas de voz del amigo, quien en cada una de ellas quedaba sorprendido por tal logro en mí.
Es algo que no había publicado antes ni lo haría; no contaba, pues el mero acto de contar hace que tus planes se jodan.
No por la mala voluntad de los demás o malos deseos, sino porque cuando lo cuentas, tu cerebro no ve diferencia entre un logro alcanzado y uno que aún no se ha alcanzado.
Contar tus planes reduce tu energía y tu virtud.
Es mejor guardar esas ganas de contar para construir en silencio.
Conclusión
Tus logros no lo son por las respuestas de los demás, sino por tu conformidad con ellos.
Esperar lo contrario te lleva a decepciones cuando alguien no aprecia, pero eso no debería ser así.
Compartir nuestros logros o derrotas te llevará a esperar una respuesta. Si lo haces, trata de comprender siempre que es tuyo, así tomas la respuesta de los demás como un aprendizaje, de que no todos ven lo que haces como un esfuerzo extraordinario, y eso no está mal.
Está mal medir tus metas por la reacción de otros.
Tus metas son solitarias, pues solo tú sabes la batalla que luchas y por qué.
Tu esfuerzo es suficiente para llegar donde quieres llegar.
Evita la gratificación externa, lucha por la interna,
pues esta siempre será la que te hará sentir orgulloso de tus logros.